Matematización y desarrollo científico e informático

               La Segunda parte del Discurso propone un método y un criterio de verdad heredero del matemático. Descartes cree que así todas las ciencias conseguirán éxitos semejantes a los de las matemáticas. La matematización de lo científico y, por tanto, de lo real, es una característica que desde entonces ha impregnado casi todos los ámbitos de la cultura occidental europea y americana. Desde los ejes cartesianos para simbolizar las figuras geométricas hasta el diseño del nuevo acelerador de partículas europeo sólo hay una línea continua que obedece a los mismos parámetros: lo real es lo matematizable. El conocimiento de cómo son las cosas se consigue cuantificando y descubriendo la ley que expresa las relaciones entre esas cantidades. Al fin y al cabo, lo que define a un elemento atómico son elementos cuantificables, son números. Los descubrimientos en todos los campos científicos (física, química, biología…) y todas las aplicaciones técnicas (ingenierías, medicina…) han sido tales que la fe en la religión ha sido sustituida por la fe en la ciencia. Si el desarrollo científico continúa como hasta ahora, se afirma, se encontrará la solución a todos los problemas del hombre. La salvación está en la ciencia. Descartes creía haber puesto las bases ciertas para abordar ese desarrollo científico en el que él mismo participó. Una prueba de esta fe es que todos los gobiernos insisten en la necesidad de invertir en investigación científica.

              

La informática es la última expresión de la actualidad del proyecto cartesiano. Tanto es así que se habla del “mundo digital”, de un mundo expresado únicamente con ceros y unos. Cuando estamos frente a un ordenador estamos frente a lo que Descartes calificaría de modelo perfecto de conocimiento: un marco absolutamente axiomatizado en el que a partir de unos primeros principios se deduce todo lo demás. En un ordenador no hay contradicciones, no hay elementos que no se deduzcan de los principios establecidos. Si el programa no funciona es porque está mal diseñado. La deducción siempre es perfecta y la conclusión necesaria. Es cierto que los últimos estudios sobre el funcionamiento de los sistemas axiomáticos han detectado la posibilidad de que aparezcan incoherencias, no obstante estas indeterminaciones no tocan lo esencial de su funcionamiento. La necesidad de lo matematizado sigue dominando.

La matemática y el proyecto político de Platón

Antes de meternos de lleno al tema de la matemática y su relación con el proyecto político platónico, cabe cuestionarse previamente las siguientes cuestiones: ¿Cuál es el papel que juega la educación en general en este proyecto? ¿Qué relación hay entre política y educación?

En la «Carta VII» Platón expone su filosofía política, que debido a las circunstancias de la la época, considera que solo los males de la humanidad no tendrían remedio hasta que los gobernantes fueran filósofos, pues estos conocedores de la verdadera filosofía, tienen conocimiento adecuado de lo que es justo y bueno.

Platón considera que existen realidades o ideas objetivas, y entre esas realidades se encuentran los valores éticos y morales, como la Justicia en sí, el Bien en sí,… y es el gobernante el que debe conocerlo, pues estas ideas deben servirle de guía para el buen gobierno del Estado. Por ello, la educación de los futuros filósofos-gobernantes juega un papel esencial en este proyecto político, cuyo objetivo no sera otra que, alcanzar el conocimiento de las Ideas, sobre todo, la Idea suprema de Bien. Pero, ¿cómo conseguir el objetivo que plantea la educación? Las matemáticas. Estas al menos cumplen dos funciones:

  1. Obliga al alma a hacer uso de la inteligencia para alcanzar la verdad en sí, es decir, el conocimiento de las Ideas, las cuales son indispensables para el buen gobierno de la polis. Esto es así, porque las distintas disciplinas de las matemáticas (aritmética, geometría bidimensional y tridimensional, astronomía y armonía) estimulan la inteligencia y el pensamiento, de esta manera, hacen que el alma se despegue de lo sensible y se eleve hacia lo conceptual y abstracto.
  2. Refleja el mito de la caverna y el símil de la línea. En el primero, las matemáticas suponen un tránsito de la oscuridad a la luz, de la opinión al conocimiento y de lo sensible a lo inteligible, este paso no puede realizarse bruscamente, pues la luz acabaría cegándonos. Por ello mismo, la función que cumplen las matemáticas en la educación del filósofo-gobernante, es hacer que su alma se adapte progresivamente a la verdad y a la luz.
    Por otro lado, en el símil de la línea, al igual que las Ideas, los entes matemáticos pertenecen al género de lo inteligible, aunque estas se sitúan en un nivel inferior al de las Ideas, resultando ser un «preludio» de la dialéctica, el saber último que interesa al filósofo y al político.  Pero las matemáticas tiene importantes limitaciones, como es su método, que parte de hipótesis de las que el matemático no da cuenta, considerándolas así como solo pensamiento y no como conocimiento.

En conclusión, para Platón para que el Estado pueda ser salvado, se necesita de una Educación adecuada de los que en el futuro han de gobernarlo. Siendo esta orientada al conocimiento de los valores morales eternos y objetivos que han de servir de guía para el buen gobierno del Estado. Así pues, las matemáticas cumplen una función propedéutica, donde orientan, preparan y entrenan el alma antes de dedicarse a la ciencia más elevada, la Dialéctica, y será esta la que permitirá la contemplación de las Ideas innatas mismas y, finalmente, de la Idea de Bien, cuyo conocimiento resulta imprescindible para el buen gobierno del Estado.

Los crímenes de Oxford

De lo que no se puede hablar, mejor hacer silencio”, tal como dice el enunciado de Wittgenstein varias veces repetido en el film por uno de sus protagonistas principales.

Elijah Wood le da vida a Martin, un joven norteamericano, estudiante de lógica y matemáticas que llega a Oxford para terminar sus estudios de doctorado bajo la tutela del profesor Arthur Seldom (John Hurt).

«¿Podemos conocer la verdad?» El calado filosófico de la cuestión que plantea Seldom es innegable. Inspirado en la filosofía de Wittgenstein especialmente a su obra Tractatus logicus philosophicus, comienza un continuo de proposiciones que va desencadenando la idea de la realidad y del mundo a partir de hechos, y la relación entre lenguaje y pensamiento.

Varios son los momentos de la película en la que se producen discusiones entre Martin y Seldom respecto las certezas matemáticas y las certezas empíricas. Así mismo, la posición de Martin puede relacionarse en mayor medida con el realismo platónico y pitagórico sobre la existencia de los números y las ideas abstractas, en contra, la postura de Seldom, que se muestra mucho más escéptico ante esta postura.

La película, no únicamente se centra en problemas lógicos y epistemológicos, sino que emergen cuestiones y dilemas morales.

La historia de Los crímenes de Oxford parece mostrar que sí, que las preguntas filosóficas sobre la verdad y la muerte pueden abordarse desde proposiciones del entendimiento lógico.

De lo que no se puede hablar, mejor hacer silencio”, tal como dice el enunciado de Wittgenstein varias veces repetido en el film por uno de sus protagonistas principales.

 

Fuente: Tras las pistas filosóficas