Teoría de las ideas y conocimiento. Platón

La doctrina de Platón sobre la realidad y el conocimiento es heredera de la filosofía de Parménides. El dualismo instaurado por éste entre el ser como aquello real inteligible y el no-ser (devenir) sensible es refrendado por Platón en el llamado símil de la línea. Según Parménides el mundo en que vivimos está sometido a cambio y sobre las cosas en movimiento no se puede adquirir conocimiento más alto que la mera opinión. Lo múltiple, cambiante, es relativo: son válidas todas las opiniones, incluso las contradicciones. Pero la inteligencia tiene acceso a un conocimiento más alto: el ser es único, eterno, inmutable, no tiene ni comienzo ni fin. Su conocimiento es correlativo a su perfección: “lo mismo es pensar y ser”. También para Platón habitamos en un mundo cambiante, más exactamente en el lugar más alejado de la perfección donde las cosas nacen y mueren. El que se fía de sus sentidos no posee más que un conocimiento variable del mundo. Ahora bien, también es evidente que poseemos nociones que no están supeditadas al tiempo. Un claro ejemplo son las matemáticas o las esencias de las cosas que poseemos en este mundo y que nunca las vemos realizadas más que imperfectamente. También para Platón hay un abismo infranqueable entre la opinión y el mundo sensible y el conocimiento y el mundo inteligible. En el fragmento de la República (libro VI) distingue, sin embargo, una graduación de ambos conocimientos aunque de ningún modo podrá superarse su separación (horismós).

En el ámbito de la opinión se encuentra el conocimiento de los reflejos y de las imágenes del mundo sensible. Es el conocimiento más débil puesto que es cambiante y depende de la perspectiva del sujeto. En este grado, llamado por Platón Doxa, dos personas pueden tener una opinión contradictoria sobre una imagen y tener razón ambas. En un estadio superior está el conocimiento de los seres vivos y los artificios humanos. Las cosas poseen aquí más entidad y la forma de conocimiento que les corresponde es la creencia, o Pistis. Pero todavía se trata de un conocimiento relativo porque las cosas sensibles son múltiples y cambiantes de manera que no podemos asegurar poseer garantías para afirmar verdades sobre ellas. Sin embargo, todos somos capaces de tener nociones matemáticas, sean números (aritmética) o líneas y superficies (geometría). Tales objetos no cambian y la relación entre ellos es permanente, pudiendo fijar incluso leyes. Es obvio que las ideas de las matemáticas no habitan el mundo sensible por lo que Platón les dota de una identidad propia en el mundo de las ideas o cosmos noetós. El saber propio de las matemáticas lo denomina pensamiento, episteme. Pero Platón otorga a nuestra inteligencia la posibilidad de obtener un conocimiento más perfecto de las ideas: lo denomina dialéctica. En ella el hombre es capaz de ver o contemplar las ideas de bien, verdad, belleza, lo cual le permite ver el conjunto de las ideas como un todo pues todas ellas participan del bien y son verdaderas.

La relación entre este mundo imperfecto y el mundo de las ideas es explicada en forma de mito. En este mundo sólo tenemos vestigios, sombras, del mundo de las ideas porque el Demiurgo –el dios hacedor- amasó como un escultor la materia fijándose en las ideas. Por ello ningún ser de este mundo agota ninguna esencia y también por eso existe una relación numérica entre las cosas de este mundo. El mundo sensible nos recuerda al mundo de las ideas puesto que el hombre es un ser inmortal que proviene del mundo inteligible pero, una gran caída, un cataclismo, le ha revestido con la misma materia imperfecta del cosmos aiscetós. Platón se hace eco aquí de la religiosidad órfica según la cual los hombres somos inmortales: estamos como de paso entretejidos por la temporalidad que nos mantiene lejos de la perfección.

Para Platón el hecho de que existe el Bien o la Justicia en sí resulta de enorme importancia si tenemos en cuenta que el libro de la República es el intento de diseñar el mejor gobierno para los hombres. Del mismo modo que se le otorga al arquitecto la facultad de hacer una casa, el gobierno de una ciudad ha de residir en aquellos que tengan un claro conocimiento del bien y la justicia. Por ello Platón da una importancia decisiva a la educación, pues es a partir de esta de donde habrán de seleccionarse las personas más inteligentes a través de la enseñanza de las matemáticas, la música, la gimnasia y, por último, la dialéctica. Para Platón la democracia –gobierno del pueblo- no es más que el gobierno de las opiniones mayoritarias, las cuales pueden ser manipuladas y dirigidas. Según él, ese es el estado en que se encontraba la democracia ateniense, donde los sofistas vendían su saber persuadir a través de los discursos a los intereses privados sin importarle qué era lo justo o injusto. De hecho puede decirse que la muerte de Sócrates, condenado por manipular a los jóvenes, fue un factor decisivo en el antidemocratismo de Platón. Si existe el bien y la justicia habrán de ser los que tienen experiencia de ella los que tomen las decisiones políticas o juzguen a los ciudadanos. En este caso el pueblo no será gobernado por la opinión sino por las mismas ideas de justicia impartidas por los filósofos. Por ello podría decirse que el saber político de Platón no puede ser relativo sino que existe una forma justa de gobernar la ciudad.

Historias en la caverna

“… El valor de una filosofía no se mide a razón de cuánta verdad objetiva contenga, sino sólo a razón de su capacidad para servir como punto de referencia (aunque sólo sea polémico) para cada intento de conocerse a sí mismos y al mundo.
Tiene valor en tanto que suscita e inspira a los demás una indagación que lleve a cada uno a hallar su propio camino, del mismo modo que en ella lo encontró su autor…”
 
N. ABBAGNANO

Este texto del historiador de la filosofía italiano nos puede ayudar a encontrar el modo de acercarnos correctamente a lo que este curso ofrece.

La HISTORIA DE LA FILOSOFÍA, como cualquier tipo de estudio histórico, corre el riesgo de ser tomada como una mera recopilación de teorías y anécdotas del pasado que pueden resultar más o menos entretenidas pero que son absolutamente inútiles para nosotros.

Si queremos que el estudio de la filosofía tenga algún sentido hemos de olvidar este enfoque para extraer lo que es el centro de una actitud filosófica: la progresiva elaboración de una visión del mundo propia, de un código de valores propio que se pueda llevar a cabo en la propia vida.

HISTORIAS EN LA CAVERNA, es un curso que trata sobre las ideas que arrancan desde el S. VI a. c. hasta nuestros días. Por ello mismo se hará división por etapas del pensamiento siendo:

A lo largo de todo el curso, nos vamos a encontrar con multitud de teorías que nos pueden parecer absurdas, ingenuas e incluso contradictorias. Vamos a observar cómo un autor contradice al anterior para ser a su vez contradicho por el siguiente. Todo ello conforma un conglomerado en el que veremos cómo se da una continuidad que es en ocasiones difícil de percibir a simple vista. Es una continuidad en la actitud de los filósofos y también de las preguntas que el mundo y la vida nos ponen delante.

En este curso no se pretende estudiar la verdad, sino los esfuerzos por lograr el conocimiento de la verdad que desarrollaron a lo largo de la historia una serie de personas destacadas, con todos sus aciertos y errores, pero siempre bajo la premisa de que es preciso luchar por acceder a ella. Siempre con la convicción de que sólo con esfuerzo se puede uno  aproximar al conocimiento, que se encuentra con demasiada frecuencia escondido bajo las apariencias, las costumbres o la cómoda pereza mental.

Historias de la caverna, no solo pretende que este conglomerado de personajes que marcan un antes y un después en la historia del pensamiento sea teoria pura y dura. El curso, va más allá, pretende examinar la vigencia del pensamiento filosófico y sus posibles aplicaciones a la sociedad en que vivimos.

Puedes apuntarte al primer módulo en el siguiente enlace:

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Curso: Historias en la caverna clásica

El nacimiento de la filosofía se produjo en un momento histórico crucial. En torno al siglo VI a.C, florecieron los primeros pensadores en la Jonia, la región más oriental de antigua Grecia. El desarrollo de las nuevas colonias, el incremento del comercio por el Mediterráneo, que permitió el contacto con otras tradiciones culturales, y la difusión de la escritura como medio de comunicación, entre otros factores, posibilitaron una nueva forma de enfrentarse a la realidad.

En esta primera parte del curso se hace un acercamiento detenido a los problemas fundamentales del ser humano. Para ello hacemos un recorrido a través de las respuestas que han sido elaboradas por los principales filósofos clásicos.

  • El paso del mito al logos.
  • La reflexión sobre la naturaleza de los presocráticos.
  • Las propuestas políticas de los sofistas.
  • La reflexión ética de Sócrates.
  • El sistema filosófico de Platón.
  • La propuesta Aristótelica.
  • Escuelas helenísticas.

El curso ofrece una visión rica y detallada de las claves fundamentales de la filosofía griega, cuna del pensamiento occidental.

Al final de cada sesión se llevará a cabo una mesa redonda donde se discutirá sobre lo explicado y sus posibles aplicaciones en la sociedad actual.

¿Qué incluye en el curso?

Clase en directo a través de Zoom.
Material compartido y puesto a disposición a través de una carpeta común por Google Drive, esta carpeta constará de:

  • Apuntes propios por tema.
  • Bibliografía recomendada.
  • Filmografía recomendada.
  • Textos y lecturas.
  • Otros.

Modalidad:

Online a través de Zoom.

Fecha:

Todos los Miércoles desde el 26 de marzo hasta el 30 de abril.
Número total de sesiones: 6

Hora:

18:30 – 20:00 (UTC +1, Madrid, España)
Duración: 90 min.

Precio:

6€ por tema. Pago a través de Paypal

PAGO DIRECTO

Para realizar este curso no son necesarios conocimientos filosóficos previos.

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La función de la dialéctica en el proyecto político de Platón

Platón expone en la «Carta VII» las convulsiones políticas de la Atenas de su época: la guerra contra Esparta, el cruel gobierno de los 30 Tiranos, la restauración democrática, la injusta condena de su maestro Sócrates, etc. Estos acontecimientos le llevaron a replantearse de que todos los Estados estaban mal gobernados y de que los males de la humanidad no tendrían remedio hasta que los gobiernos estuviesen en manos de los filósofos. Por ello mismo, el tema de la siguiente redacción nos obliga a preguntarnos sobre el papel que juega la dialéctica en este proyecto político. Pero antes de nada, habría que hacerse cuestiones como: ¿Qué papel juega la educación en el proyecto político? ¿Qué función cumple la dialéctica en el programa educativo de Platón? Responder a estas cuestiones llevará a exponer los presupuestos ontológicos y epistemológicos sobre los que se sustentan tanto la educación como la política de Platón.

Platón, considera que solo la filosofía puede ofrecer una visión adecuada de lo justo y lo bueno, siendo esto imprescindible para que los gobernantes se conduzcan recta y sabiamente, pues de esta manera encaminan el Estado hacia la justicia, la felicidad y la armonía. Por ello mismo, Platón rechaza la democracia, pues al basarse de que cualquiera está capacitado para dirigir el destino político del Estado, se trata de un sistema nefasto. Por lo que pone como gobierno ideal una especie de aristocracia o gobierno de los mejores, pero lo mejores en saber y virtud; solo un gobierno así puede ponernos a salvo de la incompetencia, de los abusos y de la ambición de los gobernantes corrientes.

Para conseguir este sistema de filósofos-gobernantes, es de suma importancia el papel que juega la educación en esta propuesto. Es el Estado el que debe educar en la filosofía y en otras disciplinas a los futuros gobernantes. Para ello deben elegirse las mejores naturalezas, aquellas que poseen dotes naturales para el estudio y destaquen de forma natural en virtud.  La educación consistirá en lograr que estas naturalezas se encaminen hacia el conocimiento de lo verdadero, de lo bueno y de lo justo, apartándose de lo sensible. Para entender esta última parte, es necesario hacer referencia a la Teoría de las Ideas, la cual constituye el núcleo fundamental de la filosofía platónica.

Dicha Teoría afirma que, aparte de las realidades sensibles, cambiantes, materiales y sometidas al nacimiento y la muerte, existen ciertas realidades superiores, ingénitas e imperecederas, inmutables, inmateriales, abstractas, indivisibles, accesibles solo a la inteligencia, y que constituyen las esencias de las cosas sensibles y los paradigmas ideales que las cosas sensibles copian, esto recibe el nombre de «Ideas». Solo de ellas puede haber conocimiento  verdadero (Epsiteme), mientras que de la otra realidad sensible, tan solo puede haber simples opiniones (doxa). Las Ideas se encuentran dentro de un sistema gradual en cuya cima está la «Idea de Bien en sí». De esta manera, defenderá la existencia de ciertos valores éticos y estéticos objetivos, inmutables y eternos cuyo conocimiento es indispensable para que sirva al gobernante de guía en el gobierno de la ciudad.

En este punto es donde entra en juego la dialéctica. La dialéctica es el saber acerca de las Ideas y sus relaciones, el conocimiento de las esencias eternas e inmutables de las cosas, cuyo término final es la visión del Bien en sí , siendo esta el fundamento de todo lo real y la expresión suprema del orden racional que gobierna el mundo. Sin embargo, la dialéctica requiere una preparación previa en el cultivo de las matemáticas, las cuales constituyen el preludio. Así mismo, Platón distingue entre dialéctica ascendente y dialéctica descendiente. La primea representa el camino que lleva al alma desde las cosas más simples de los objetos matemáticos hasta la más perfecta Idea de Bien, valiéndose del poder dialéctico de la razón, de argumentos y refutaciones. Por otra parte, la dialéctica descendente  consistirá en la aplicación del conocimiento alcanzado acerca de lo inteligible y eterno, al mundo de lo sensible, y en particular al ámbito político. Una vez contempladas la Idea de Bien y las restantes Ideas, e filósofo debe ocuparse de los asuntos humanos y asumir la dirección política de la polis. Este proceso se ve muy bien reflejado en el «Mito de la caverna», en el camino que recorre un prisionero liberado del interior de la caverna hasta que sale al exterior de la misma, y culmina con la visión del sol (representación metafórica de la Idea de Bien); y la vuelta de dicho prisionero liberado, una vez visto el mismo sol, al mundo de las sombras en el que viven sus antiguos compañeros de prisión.

En conclusión, Platón rechaza la democracia y otras formas de gobierno y propone le gobierno de los mejores en virtud y en saber. Esta propuesta política se completa con un ambicioso programa educativo que persigue como objetivo final formar a ciertos individuos capaces de gobernar sabia y rectamente. Y este conocimiento es el que nos proporciona la ciencia dialéctica, la ciencia suprema.