El segundo sexo – Simone de Beauvoir

En Vida y obra de Simone de Beauvoir se considera «El segundo sexo» como la biblia del feminismo, una obra fundamental en la filosofía feminista y de género. Un extenso ensayo estructurado en dos volúmenes. En cada uno de ellos se desarrolla una de las fases del método regresivo-progresivo. Se trata de un método de investigación para abordar su estudio desde dos perspectivas de investigación distintas, necesarias y complementarias: la primera, analítica y regresiva y la segunda, sintética y progresiva. De esta manera explora la opresión de las mujeres en la sociedad y la cultura occidental, cuestionando la idea de que las diferencias biológicas entre hombres y mujeres justifican la subordinación de las mujeres.

Con el uso de este método, propio del existencialismo, encontramos la influencia de esta corriente en la obra. Beauvoir fue una de las figuras más importantes del existencialismo, un movimiento filosófico que se centraba en la experiencia humana y en la libertad individual. En «El segundo sexo«, Beauvoir utiliza el marco existencialista para analizar la opresión de las mujeres, y para argumentar que la liberación de las mujeres requiere una toma de conciencia y una acción política.

Otra influencia importante en «El segundo sexo» es el feminismo de la segunda ola. Beauvoir fue una de las figuras más influyentes en el desarrollo del feminismo de la segunda ola, un movimiento que se centraba en la lucha contra la opresión de las mujeres en la sociedad y la cultura. «El segundo sexo» fue una obra fundamental para el desarrollo del feminismo de la segunda ola, y ha sido una influencia duradera en el feminismo y los estudios de género.

Beauvoir comienza su análisis con la afirmación de que «no se nace mujer, se llega a serlo«. Esto significa que, la feminidad no es un rasgo biológico innato, sino que es el resultado de una construcción social y cultural que define a las mujeres como «otras» en relación a los hombres. En otras palabras, la identidad de las mujeres está definida en relación a los hombres, y las mujeres son limitadas por esta relación.

Esta idea de la «otredad» de las mujeres, una de las ideas centrales, argumenta que la categorización de las mujeres como «otras» en relación a los hombres coloca a las mujeres en una posición de subordinación. La identidad de las mujeres está definida en términos negativos en relación a los hombres, y esta categorización limita la libertad y el potencial de las mujeres.

En este sentido, se distancia de las teorías esencialistas que definen la feminidad en términos biológicos. De Beauvoir afirma que la feminidad no es algo que las mujeres «tienen» por naturaleza, sino que es algo que se les impone por la sociedad y la cultura. Por lo tanto, la identidad de género no es una cuestión de «naturaleza», sino de construcción social y cultural.

El ser humano no es una especie natural, sino una idea histórica. No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; el conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que se suele calificar de femenino.

Formación, I

Otra cuestión importante que aborda es la forma en que la cultura y la sociedad limitan la libertad y el potencial de las mujeres. Beauvoir sostiene que las mujeres son educadas desde una edad temprana para ser pasivas y sumisas, y que se les enseña a aceptar su papel subordinado en la sociedad. Esta educación se manifiesta en la forma en que se trata a las mujeres en la familia, en la escuela, en el trabajo y en la cultura en general. La opresión de las mujeres es mantenida por la cultura y la sociedad, y que la única forma de liberar a las mujeres es a través de la transformación social. En otras palabras, la liberación de las mujeres no es sólo una cuestión individual, sino que requiere cambios sociales y culturales más amplios.

Si deseamos intentar ver claro hay que salir de la rutina; hay que rechazar las vagas nociones de superioridad, inferioridad, igualdad que han pervertido todas las discusiones y partir de cero.

Otro aspecto importante que se examina es la noción de sexualidad femenina. Beauvoir argumenta que la sexualidad de las mujeres es vista como una amenaza para la sociedad patriarcal. La sexualidad femenina es controlada y reprimida en la sociedad, y la liberación de las mujeres requiere una transformación radical de la sexualidad y la forma en que se comprende y se vive. En este sentido, critica la idea de que la maternidad es la esencia de la feminidad. Ella sostiene que la maternidad es una experiencia socialmente construida, y que la idea de que las mujeres deben ser madres es una forma de controlar y limitar la libertad de las mujeres. Beauvoir aboga por una comprensión de la sexualidad femenina que no se reduzca a la maternidad, y que permita a las mujeres explorar su sexualidad y su deseo sin ser estigmatizadas o castigadas por ello.

No existe el «instinto maternal»: la palabra no se aplica en modo alguno a la especie humana. La actitud de la madre está definida por el conjunto de su situación y por la forma en que la asume

Otro tema que Beauvoir aborda en «El segundo sexo» es la relación entre las mujeres y los hombres. De Beauvoir sostiene que la relación entre hombres y mujeres está marcada por la desigualdad, y que los hombres tienen un poder simbólico y material sobre las mujeres. Esta desigualdad se manifiesta en la forma en que se trata a las mujeres en la sociedad y la cultura, y en la forma en que se distribuyen los recursos y el poder. En este sentido, Beauvoir argumenta que la lucha por la liberación de las mujeres es una lucha contra el patriarcado y el sexismo. Esta lucha requiere la transformación de las relaciones entre hombres y mujeres, y la creación de una sociedad más igualitaria en términos de género.

El más mediocre de los varones se cree frente a las mujeres un semidiós

«El segundo sexo» de Simone de Beauvoir es una obra profundamente filosófica que desafía algunas de las suposiciones más básicas sobre la naturaleza humana y la sociedad, donde las diferencias biológicas entre hombres y mujeres no son suficientes para explicar la opresión de las mujeres, y que la feminidad es una construcción social que ha sido impuesta a las mujeres a lo largo de la historia.

La obra también es un llamado a la acción para la transformación social y cultural. La liberación de las mujeres no es solo una cuestión individual, sino que requiere una acción política para transformar la sociedad y la cultura. Esta transformación, no solo beneficiará a las mujeres, sino que beneficiará a toda la sociedad al eliminar la opresión y promover la igualdad y la justicia social.

Además, «El segundo sexo» es una obra que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y la libertad. Al desafiar las suposiciones sobre la naturaleza de las mujeres, Beauvoir también cuestiona la idea de que la biología determina el destino humano. En cambio, argumenta que la libertad es una parte esencial de la naturaleza humana, y que solo a través de la toma de conciencia y la acción política podemos alcanzar nuestra verdadera libertad.

En última instancia, «El segundo sexo» es una obra que invita a la reflexión y la acción en igual medida. A través de su análisis filosófico y su llamado a la acción política, Beauvoir nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y nuestras suposiciones sobre el mundo que nos rodea, y nos invita a tomar medidas concretas para crear una sociedad más justa y equitativa para todos.


Bibliografía:
- Simone de Beauvoir, El segundo sexo, lectura crítica de la introducción y la conclusión. Ed. Diálogo
- Simone de Beauvoir, El segundo sexo Ed. Cátedra
- Filósofas, del olvido a la memoria. Cap. 4 pp.185-198. Ed. Diálogo

Simone de Beauvoir: Vida y obra

Simone de Beauvoir (1908-1986), símbolo de la mujer contestataria, novelista francesa, profesora universitaria, filósofa existencialista y militante del movimiento feminista. Intelectual polifacética, en su vida confluyeron especialmente dos facetas que se identificaron entre: la de mujer invitando a la emancipación femenina y la de escritora, cuya obra será tema de polémica en los medios literarios de su época, con sus defensores y detractores. 

Su formación primaria fue en un colegio católico del que haría una fuerte crítica a la formación recibida, su crianza en una familia burguesa le deparaba un “destino” muy concreto, monja o matrimonio interesado; pero una mala situación económica familiar tras La Primera Guerra Mundial cambio definitivamente su destino. Su padre les decía a ella y sus hermanas “Vosotras, hijitas, no os casaréis, no tenéis dote, tendréis que trabajar” palabras que la joven Simone agradecía.

En 1927 obtiene la Licenciatura en Filosofía en la Sorbona (fue profesora de filosofía en diferentes ámbitos) y en 1929, después de conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, donde ambos estudiaban filosofía, se unió estrechamente al filósofo y su círculo, entre los que se encontraba Paul Nizan, Raymond Aron, Merleu-Ponty. Con el tiempo, crearon entre ambos, Beauvoir-Sartre, una relación que les permitía compatibilizar su libertad individual con la vida en conjunto.

La personalidad de Simone de Beauvoir se sitúa en el centro de atención del París de la intelectualidad. Da conferencias por todo el mundo, participa contra la guerra de Vietnam, se compromete en el movimiento por la independencia de Argelia y encabeza las manifestaciones feministas a partir de 1.968. Su presencia es solicitada tanto en las manifestaciones literarias como en las políticas. En los años setenta sigue luchando por la solidaridad humana y el respeto por la libertad de la persona y, por supuesto, por la causa feminista. Fundó la “Ligue du droit international des femmes”, influyendo incluso en el ministerio de Asuntos de la Mujer en Francia que la nombró encargada de la Comisión sobre mujer y cultura. 

La variedad de sus escritos, novelas, ensayos, memorias, diarios, correspondencias y teatro, refleja la lucidez y el talante de una personalidad intrépida que marcó un antes y un después del momento en el que se dio a conocer. Hizo uso de las historias y las novelas para ilustrar muchas de sus ideas filosóficas, y especialmente, su convicción de que los seres humanos eligen por sí mismos. En su siempre efectiva prosa desarrolla una convincente defensa del existencialismo, intentando detectar los riesgos que lo acechan desde el momento en que empieza a convertirse en una moda y con ello se vulgariza. 

Conocerá a Sartre con el que mantendría una relación afectiva e intelectual a lo largo de toda su vida.

En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.

 El conjunto de sus escritos llamados «memorias» recoge su experiencia y sus diferentes reacciones de acuerdo con el momento vivido. Dichas memorias constituyen la confesión de una mujer que desde sus primeros años quiso defender su postura ante la vida y los acontecimientos que le tocó vivir tanto en el ámbito familiar como social. Así también, de su puño y letra nació la que aún hoy se considera “la biblia del feminismo”: El segundo sexo (1.949), y que constituye un verdadero hito que se incorpora a la historia de la cultura humana. 

 Su vida y su obra continúan despertando debates apasionados pues ambas plantean cuestiones esenciales a la eterna interrogante sobre la condición femenina. Fue una mujer muy criticada. Toda persona que rompe con los moldes establecidos o que se opone a los prejuicios al uso, es naturalmente cuestionada, e incluso vilipendiada. La derecha francesa se opuso tenazmente porque hacía una desmitificación de las instituciones tradicionales como la familia, las relaciones de pareja y la maternidad. La iglesia católica le puso, y sigue estando, en el índice de prohibida. Si en su época estuviera aun vigente la Inquisición, ella sería una de sus primeras víctimas. 

Mujer intelectual, pionera de su tiempo, pues se introdujo en las instituciones educativas mayormente masculinas. Aprovechó su oportunidad para desarrollarse a sí misma como una intelectual en un país y en un tiempo en los que los académicos eran considerados como miembros relevantes de la sociedad. Simone de Beauvoir llegó a ser más puramente una intelectual que cualquier otra mujer de su época. Pero, definirla como una «intelectual» pone de manifiesto otras cuestiones, como el descrédito de la inteligencia de las mujeres, la prueba es que muchos enfatizaban más su pertenencia a una elite que a una legítima posibilidad de las mismas. Verla como intelectual era, pues, la más clara patentización de que sus oscuras teorías androcéntricas son meras ideologizaciones interesadas que creíbles afirmaciones científicas. 

Lo que define de manera singular la situación de la mujer es que, aunque es como todo ser humano una libertad autónoma, se descubre y se elige en un mundo en el que los hombres le imponen que se asuma como la Otra.
S. Beauvoir. El segundo sexo
Bibliografía:
- Simone de Beauvoir. El segundo sexo, lectura crítica de la introducción y la conclusión. Ed. Diálogo
- Filósofas, del olvido a la memoria. Cap. 4 pp.185-198. Ed. Diálogo