Filocafé: ¿Qué significa estar sano? – II

También puedes leer la Síntesis:


En el anterior Filocafé: ¿Qué significa estar sano? (Parte 1), lo que comenzó como un diálogo sobre definiciones médicas se transformó en una exploración profunda sobre cómo la cultura, la política, la sociedad e incluso nuestras propias expectativas moldean lo que entendemos por salud. Descubrimos que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino un equilibrio dinámico entre el cuerpo, la mente, el entorno y la capacidad de adaptarnos a un mundo en constante cambio.

Pero el debate no terminó ahí. Quedaron preguntas en el aire, matices por explorar y voces por escuchar. ¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en nuestra percepción del bienestar? ¿Es posible construir un sistema que no nos enferme, sino que nos permita florecer? ¿Qué papel juega la resiliencia, la conexión humana y la autonomía en este camino?

Por eso, volvemos a la carga. En este segundo Filocafé, queremos profundizar en lo que quedó pendiente y abrir nuevas perspectivas:

  • La salud como acto político: ¿Cómo las ideologías y las políticas públicas definen qué es «normal» y qué es «patológico»?
  • Tecnología y bienestar: ¿Son las pantallas, las redes sociales y la hiperconectividad una amenaza o una herramienta para la salud mental?
  • Salud y diversidad: ¿Cómo podemos repensar la salud para que incluya a todas las personas, sin dejar a nadie en los márgenes?
  • La paradoja del autocuidado: ¿Se ha convertido el bienestar en otra exigencia más del sistema, o sigue siendo un acto de rebeldía y amor propio?

En este espacio que Arjephilo brinda para la reflexión y el diálogo, se busca un entendimiento más profundo sobre Filosofía y Medicina con una invitada especial. No es necesario ser un experto en filosofía para participar; solo se necesita el deseo de escuchar, cuestionar, aprender y , por supuesto, dejarse llevar por el viento del logos


Laura Juliana Gamboa, estudiante tesista de Filosofía y estudiante de sexto semestre de Licenciatura en Educación Básica Primaria en la Universidad Industrial de Santander.
También, ha sido asistente de médico hospitalario en oncología, por lo que ha trabajado constantemente en unir estas dos ramas del saber: filosofía y medicina.
Además, aborda temas a fines con la pedagogía médica y las políticas de salud.
Autora y moderadora de la Revista Horizonte Independiente. Colaboradora para la Revista chilena en geopolítica Tarpán y Coordinadora del grupo de investigación en filosofía práctica de la plataforma Filosofía en la Red.


(Se aceptan sugerencias para ampliar)

Fernández Jiménez, Lucía Carolina Cuando la vida duele. Ed. Eikasia 2025

Moscoso, Javier Historia cultural del dolor Ed. Taurus

Canguilhem, George Lo normal y lo patológico Ed. Siglo XXI

Foucault, Michael Historia de la locura I Ed. F.c.econom

Foucault, Michael Historia de la locura II Ed. F.c.econom

Han, Byung-Chul La sociedad del cansancio Ed. Herder

Russell, Bertrand La conquista de la felicidad Ed. Debolsillo

Campillo Álvarez, José Enrique El mono obeso Ed. Crítica 2025

Saborido, Cristian Filosofía de la medicina Ed. Tecnos. 2020

Sontag, Susan La enfermedad y sus metáforas Ed. Delbolsillo. 2008

Filosofía y medicina, condenadas a entenderse en Filco.es

Los sustentos de la medicina desde la filosofía. Consideraciones y reflexiones en Revista Ilce

Síntesis: ¿Qué significa estar sano?

Síntesis del pasado FILOCAFÉ: ¿Qué significa estar sano?

El debate tuvo lugar en un Filocafé, un espacio abierto para reflexionar y dialogar en torno a una pregunta que parece sencilla, pero encierra una gran complejidad: ¿Qué significa estar sano? Lo que comenzó como una charla informal sobre filosofía y salud, se convirtió en un diálogo rico y multidisciplinar, donde varios interlocutores aportaron sus perspectivas desde la filosofía, la sociología, la psicología y la experiencia personal para cuestionar nuestras ideas preconcebidas sobre el bienestar.

Sin más preámbulos, nos dejamos llevar por el viento del logos para explorar, entre todos, las múltiples capas de este concepto.

Debate completo en: YOUTUBE

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Más allá del modelo biomédico: ¿salud = ausencia de enfermedad?

Tradicionalmente, la medicina ha definido la salud como la ausencia de síntomas o disfunciones físicas. Según este enfoque, estar sano sería simplemente no estar enfermo. Pero, ¿es suficiente? La Organización Mundial de la Salud (OMS) propone una definición más amplia: «un estado completo de bienestar físico, mental y social». Sin embargo, esta idea, aunque inspiradora, también ha sido criticada por ser demasiado idealista. ¿Acaso alguien puede alcanzar un «completo bienestar» en todas las áreas de su vida? ¿O, bajo este criterio, casi todos seríamos, en algún momento, «no sanos»?

En el debate, surgió una pregunta clave: ¿Puede alguien estar físicamente sano, pero no mental o emocionalmente? La respuesta fue unánime: la salud no es solo un asunto del cuerpo, sino de la persona en su totalidad. Factores como la cultura, la sociedad, el entorno e incluso la política juegan un papel fundamental.


La salud como equilibrio dinámico: adaptación y resiliencia

Uno de los momentos más interesantes del diálogo fue cuando mencionamos a George Canguilhem, filósofo francés que define la salud como la capacidad de adaptarse a las condiciones de la vida y recuperarse de las crisis. Esta idea resonó con fuerza: estar sano no sería un estado fijo de perfección, sino la habilidad de encontrar equilibrio en medio del caos.

Ejemplos concretos que ilustran esto:

  • La accesibilidad como «cura»: Una persona con movilidad reducida puede ser considerada «enferma» en un entorno con barreras arquitectónicas, pero «sana» en una ciudad accesible. ¿No es la sociedad, entonces, la que a veces nos enferma?
  • Neurodiversidad y autismo: En un entorno que no atiende a las necesidades de las personas neurodivergentes, rasgos como los del espectro autista pueden ser vistos como «problemas». Pero, ¿no es el entorno el que debe adaptarse, en lugar de patologizar la diversidad?
  • Enfermedades culturales modernas: El estrés, la adicción a las pantallas o el síndrome del pensamiento acelerado (que Augusto Cury describe como una hiperactividad funcional, no genética) son ejemplos de cómo la cultura y la tecnología redefinen lo que consideramos patológico.

La política y la ideología: ¿Quién decide qué es una enfermedad?

Aquí el debate se volvió especialmente intenso. ¿Cómo influyen el sistema político, la economía y las ideologías en nuestra percepción de la salud?

  • Medicalización de la vida: Vivimos en una sociedad que, por un lado, nos exige ser productivos y, por otro, medicaliza cualquier desvío de la «normalidad». ¿Es casualidad que el estrés, la ansiedad o incluso la menstruación dolorosa sean a veces minimizados o, por el contrario, hipermedicalizados según el contexto?
  • El caso de los tratamientos hormonales en menores transgénero: Algunos participantes cuestionaron si la creciente demanda de estos tratamientos responde a una genuina necesidad médica o a presiones sociales y culturales que empujan a los jóvenes a buscar soluciones rápidas en un mundo que les exige encajar.
  • Lo cultural vs. lo formal: Erica compartió cómo, en Suecia, la gripe se normaliza («es parte de la vida»), mientras que en otros países se trata con antibióticos al primer síntoma. Esto refleja que lo que consideramos «salud» o «enfermedad» depende, en gran medida, de nuestra cultura y nuestro sistema de valores.

¿Podemos curarnos a través de la accesibilidad y la conexión?

Una de las ideas más esperanzadoras que surgió fue que la accesibilidad —física, social, emocional— puede ser una forma de «curación». Cuando el entorno se adapta a las necesidades de las personas (ya sea con rampas, políticas inclusivas o espacios seguros), muchas «enfermedades» dejan de ser un obstáculo.

Además, se habló de cómo la desconexión de uno mismo y de los demás (especialmente en los jóvenes, inmersos en redes sociales y pantallas) está generando nuevas formas de malestar. Como señalaba Jazmín, citando a Augusto Cury: «El exceso de pensamientos, la paranoia del consumismo y la falta de interiorización nos están robando el placer por las pequeñas cosas».


Conclusión: la salud como un viaje, no como un destino

Al final del Filocafé, quedamos con más preguntas que respuestas, pero con una certeza: la salud no es un estado estático, sino un proceso dinámico de adaptación y resiliencia. Como dijo uno de los participantes, citando a Canguilhem: «Estar sano es poder caer enfermo y recuperarse».

En un mundo que nos bombardea con ideales de productividad, perfección y bienestar absoluto, quizá la verdadera salud consista en aceptar nuestra vulnerabilidad, cuidar nuestros entornos y encontrar, cada uno a su manera, el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el mundo que nos rodea.

La filosofía de la medicina es un campo rico para cuestionar qué nos hace humanos y cómo construimos colectivamente el bienestar.

Imagen cedida por uno de los participantes creada por IA según su propia síntesis

«La salud como adaptación»

Descripción: Una persona caminando por un puente de madera roto o irregular, pero manteniendo el equilibrio. Al fondo, un paisaje que mezcla ciudad (sistema) y naturaleza (resiliencia).
Mensaje: La salud como capacidad de adaptarse a un entorno cambiante.