Aquella Paz Perpetua de la que nos habló Kant fue como un neonato fallecido, un niño que nunca nunca nació. La cruda realidad es que parece que nos enfrentamos a la pregunta si nos gusta ser controlados.
Hoy, nos debatimos en la filosofía política con términos como: biopolítica, biopoder, tanatopolítica, psicopolítica y necropolítica.
La tanatopolítica o necropolítica de Achille Mbembe
El libro Necropolítica publicado en el año 2011 por el filósofo camerunés, Achille Mbembe, es un estudio crítico de la forma en que el poder y la violencia se ejercen en el mundo moderno, en particular en el contexto de las colonias y los Estados postcoloniales.
El segundo capítulo del libro que trata sobre el gobierno de la muerte, se centra en la forma en que el poder y la violencia se manifiestan en la forma en que se maneja la vida y la muerte de los ciudadanos en el contexto de los Estados modernos.
Mbembe argumenta que el poder y la violencia se manifiestan de diversas maneras en el gobierno de la muerte, incluyendo la forma en que se decide quién vive y quién muere, cómo se determina la forma en que se muere y cómo se maneja la muerte y el duelo.
Achille Mbembe también argumenta que el poder y la violencia son evidentes en la forma en que se controla y gestiona la muerte en términos de su visibilidad y su invisibilidad, y en la forma en que se utiliza la muerte como medio para controlar y disciplinar a las poblaciones.
Esta no es la biopolítica de la que nos habla Michel Foucault, donde el Estado y su razón de gubernamentalidad dirige la vida de su población, la centralidad de esta gubernamentalidad es la muerte.
Mbembe sostiene que la muerte es una forma de poder, miedo y violencia que se ejerce tanto en el ámbito político como en el social, y que ha sido utilizada históricamente como medio para controlar y disciplinar a las poblaciones.
En el contexto de los Estados postcoloniales, Mbembe argumenta que la muerte sigue siendo una herramienta importante para el gobierno y el control, y que la forma en que se maneja la muerte refleja y reproduce las relaciones de poder y violencia que existen en la sociedad.