La historia de un país puede quedar escrita por sus eficaces relaciones políticas, económicas, sociales y culturales, pero si por encima de todo ha existido una política humana y emocional promotora de conciencias y sensibilidades, ese país marca la diferencia por ser capaz de vencer obstáculos, actitudes negativas, creencias erróneas y antivalores desde dentro de cada ser, desde la conciencia de cada ciudadano, tal y como lo hizo Nelson Mandela.
La película Invictus, no es más que, un claro ejemplo de regeneración y reconstrucción que tienen valores tan universales como el perdón, la reconciliación y la inspiración.
Basada en hechos reales, Clint Eastwood (el director de la película) construye un alegato a la capacidad de reconstrucción de las relaciones sociales que tienen el sentimiento y ejercicio de una reconciliación tolerante y comprometida.
Una película centrada en el Nobel de la Paz, Nelson Mandela, con una trama argumental sencilla, se logra una inmediata y profunda identificación del espectador con el personaje. El director conduce y relaciona una complicada relación socio-política, como es lo que marca el final del «Apartheid», con las relaciones humanas, las cuales se imponen al trasfondo racial de la historia.
Se trata de una película que muestra cómo el perdón es más poderoso que cualquier arma nuclear.