Simone de Beauvoir: Vida y obra

Simone de Beauvoir (1908-1986), símbolo de la mujer contestataria, novelista francesa, profesora universitaria, filósofa existencialista y militante del movimiento feminista. Intelectual polifacética, en su vida confluyeron especialmente dos facetas que se identificaron entre: la de mujer invitando a la emancipación femenina y la de escritora, cuya obra será tema de polémica en los medios literarios de su época, con sus defensores y detractores. 

Su formación primaria fue en un colegio católico del que haría una fuerte crítica a la formación recibida, su crianza en una familia burguesa le deparaba un “destino” muy concreto, monja o matrimonio interesado; pero una mala situación económica familiar tras La Primera Guerra Mundial cambio definitivamente su destino. Su padre les decía a ella y sus hermanas “Vosotras, hijitas, no os casaréis, no tenéis dote, tendréis que trabajar” palabras que la joven Simone agradecía.

En 1927 obtiene la Licenciatura en Filosofía en la Sorbona (fue profesora de filosofía en diferentes ámbitos) y en 1929, después de conocer a Jean Paul Sartre en la Sorbona, donde ambos estudiaban filosofía, se unió estrechamente al filósofo y su círculo, entre los que se encontraba Paul Nizan, Raymond Aron, Merleu-Ponty. Con el tiempo, crearon entre ambos, Beauvoir-Sartre, una relación que les permitía compatibilizar su libertad individual con la vida en conjunto.

La personalidad de Simone de Beauvoir se sitúa en el centro de atención del París de la intelectualidad. Da conferencias por todo el mundo, participa contra la guerra de Vietnam, se compromete en el movimiento por la independencia de Argelia y encabeza las manifestaciones feministas a partir de 1.968. Su presencia es solicitada tanto en las manifestaciones literarias como en las políticas. En los años setenta sigue luchando por la solidaridad humana y el respeto por la libertad de la persona y, por supuesto, por la causa feminista. Fundó la “Ligue du droit international des femmes”, influyendo incluso en el ministerio de Asuntos de la Mujer en Francia que la nombró encargada de la Comisión sobre mujer y cultura. 

La variedad de sus escritos, novelas, ensayos, memorias, diarios, correspondencias y teatro, refleja la lucidez y el talante de una personalidad intrépida que marcó un antes y un después del momento en el que se dio a conocer. Hizo uso de las historias y las novelas para ilustrar muchas de sus ideas filosóficas, y especialmente, su convicción de que los seres humanos eligen por sí mismos. En su siempre efectiva prosa desarrolla una convincente defensa del existencialismo, intentando detectar los riesgos que lo acechan desde el momento en que empieza a convertirse en una moda y con ello se vulgariza. 

Conocerá a Sartre con el que mantendría una relación afectiva e intelectual a lo largo de toda su vida.

En su primera novela, La invitada (1943), exploró los dilemas existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual, temas que aborda igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros (1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.

 El conjunto de sus escritos llamados «memorias» recoge su experiencia y sus diferentes reacciones de acuerdo con el momento vivido. Dichas memorias constituyen la confesión de una mujer que desde sus primeros años quiso defender su postura ante la vida y los acontecimientos que le tocó vivir tanto en el ámbito familiar como social. Así también, de su puño y letra nació la que aún hoy se considera “la biblia del feminismo”: El segundo sexo (1.949), y que constituye un verdadero hito que se incorpora a la historia de la cultura humana. 

 Su vida y su obra continúan despertando debates apasionados pues ambas plantean cuestiones esenciales a la eterna interrogante sobre la condición femenina. Fue una mujer muy criticada. Toda persona que rompe con los moldes establecidos o que se opone a los prejuicios al uso, es naturalmente cuestionada, e incluso vilipendiada. La derecha francesa se opuso tenazmente porque hacía una desmitificación de las instituciones tradicionales como la familia, las relaciones de pareja y la maternidad. La iglesia católica le puso, y sigue estando, en el índice de prohibida. Si en su época estuviera aun vigente la Inquisición, ella sería una de sus primeras víctimas. 

Mujer intelectual, pionera de su tiempo, pues se introdujo en las instituciones educativas mayormente masculinas. Aprovechó su oportunidad para desarrollarse a sí misma como una intelectual en un país y en un tiempo en los que los académicos eran considerados como miembros relevantes de la sociedad. Simone de Beauvoir llegó a ser más puramente una intelectual que cualquier otra mujer de su época. Pero, definirla como una «intelectual» pone de manifiesto otras cuestiones, como el descrédito de la inteligencia de las mujeres, la prueba es que muchos enfatizaban más su pertenencia a una elite que a una legítima posibilidad de las mismas. Verla como intelectual era, pues, la más clara patentización de que sus oscuras teorías androcéntricas son meras ideologizaciones interesadas que creíbles afirmaciones científicas. 

Lo que define de manera singular la situación de la mujer es que, aunque es como todo ser humano una libertad autónoma, se descubre y se elige en un mundo en el que los hombres le imponen que se asuma como la Otra.
S. Beauvoir. El segundo sexo
Bibliografía:
- Simone de Beauvoir. El segundo sexo, lectura crítica de la introducción y la conclusión. Ed. Diálogo
- Filósofas, del olvido a la memoria. Cap. 4 pp.185-198. Ed. Diálogo

Teoría de las ideas y conocimiento. Platón

La doctrina de Platón sobre la realidad y el conocimiento es heredera de la filosofía de Parménides. El dualismo instaurado por éste entre el ser como aquello real inteligible y el no-ser (devenir) sensible es refrendado por Platón en el llamado símil de la línea. Según Parménides el mundo en que vivimos está sometido a cambio y sobre las cosas en movimiento no se puede adquirir conocimiento más alto que la mera opinión. Lo múltiple, cambiante, es relativo: son válidas todas las opiniones, incluso las contradicciones. Pero la inteligencia tiene acceso a un conocimiento más alto: el ser es único, eterno, inmutable, no tiene ni comienzo ni fin. Su conocimiento es correlativo a su perfección: “lo mismo es pensar y ser”. También para Platón habitamos en un mundo cambiante, más exactamente en el lugar más alejado de la perfección donde las cosas nacen y mueren. El que se fía de sus sentidos no posee más que un conocimiento variable del mundo. Ahora bien, también es evidente que poseemos nociones que no están supeditadas al tiempo. Un claro ejemplo son las matemáticas o las esencias de las cosas que poseemos en este mundo y que nunca las vemos realizadas más que imperfectamente. También para Platón hay un abismo infranqueable entre la opinión y el mundo sensible y el conocimiento y el mundo inteligible. En el fragmento de la República (libro VI) distingue, sin embargo, una graduación de ambos conocimientos aunque de ningún modo podrá superarse su separación (horismós).

En el ámbito de la opinión se encuentra el conocimiento de los reflejos y de las imágenes del mundo sensible. Es el conocimiento más débil puesto que es cambiante y depende de la perspectiva del sujeto. En este grado, llamado por Platón Doxa, dos personas pueden tener una opinión contradictoria sobre una imagen y tener razón ambas. En un estadio superior está el conocimiento de los seres vivos y los artificios humanos. Las cosas poseen aquí más entidad y la forma de conocimiento que les corresponde es la creencia, o Pistis. Pero todavía se trata de un conocimiento relativo porque las cosas sensibles son múltiples y cambiantes de manera que no podemos asegurar poseer garantías para afirmar verdades sobre ellas. Sin embargo, todos somos capaces de tener nociones matemáticas, sean números (aritmética) o líneas y superficies (geometría). Tales objetos no cambian y la relación entre ellos es permanente, pudiendo fijar incluso leyes. Es obvio que las ideas de las matemáticas no habitan el mundo sensible por lo que Platón les dota de una identidad propia en el mundo de las ideas o cosmos noetós. El saber propio de las matemáticas lo denomina pensamiento, episteme. Pero Platón otorga a nuestra inteligencia la posibilidad de obtener un conocimiento más perfecto de las ideas: lo denomina dialéctica. En ella el hombre es capaz de ver o contemplar las ideas de bien, verdad, belleza, lo cual le permite ver el conjunto de las ideas como un todo pues todas ellas participan del bien y son verdaderas.

La relación entre este mundo imperfecto y el mundo de las ideas es explicada en forma de mito. En este mundo sólo tenemos vestigios, sombras, del mundo de las ideas porque el Demiurgo –el dios hacedor- amasó como un escultor la materia fijándose en las ideas. Por ello ningún ser de este mundo agota ninguna esencia y también por eso existe una relación numérica entre las cosas de este mundo. El mundo sensible nos recuerda al mundo de las ideas puesto que el hombre es un ser inmortal que proviene del mundo inteligible pero, una gran caída, un cataclismo, le ha revestido con la misma materia imperfecta del cosmos aiscetós. Platón se hace eco aquí de la religiosidad órfica según la cual los hombres somos inmortales: estamos como de paso entretejidos por la temporalidad que nos mantiene lejos de la perfección.

Para Platón el hecho de que existe el Bien o la Justicia en sí resulta de enorme importancia si tenemos en cuenta que el libro de la República es el intento de diseñar el mejor gobierno para los hombres. Del mismo modo que se le otorga al arquitecto la facultad de hacer una casa, el gobierno de una ciudad ha de residir en aquellos que tengan un claro conocimiento del bien y la justicia. Por ello Platón da una importancia decisiva a la educación, pues es a partir de esta de donde habrán de seleccionarse las personas más inteligentes a través de la enseñanza de las matemáticas, la música, la gimnasia y, por último, la dialéctica. Para Platón la democracia –gobierno del pueblo- no es más que el gobierno de las opiniones mayoritarias, las cuales pueden ser manipuladas y dirigidas. Según él, ese es el estado en que se encontraba la democracia ateniense, donde los sofistas vendían su saber persuadir a través de los discursos a los intereses privados sin importarle qué era lo justo o injusto. De hecho puede decirse que la muerte de Sócrates, condenado por manipular a los jóvenes, fue un factor decisivo en el antidemocratismo de Platón. Si existe el bien y la justicia habrán de ser los que tienen experiencia de ella los que tomen las decisiones políticas o juzguen a los ciudadanos. En este caso el pueblo no será gobernado por la opinión sino por las mismas ideas de justicia impartidas por los filósofos. Por ello podría decirse que el saber político de Platón no puede ser relativo sino que existe una forma justa de gobernar la ciudad.

Empédocles de Agrigento

Empédocles de Agrigento (490-430a.C) nace en una familia aristocrática, pero a pesar de ello será defensor de los ideales democráticos. Intenta reconciliar a Heráclito y a Parménides, esto es, intenta reconciliar la idea del movimiento y la idea de la unidad del ser.

Es considero de los primeros pluralistas de la filosofía presocrática, considerando que el principio de que se componen las cosas singulares son los cuatros elementos: tierra, agua, aire y fuego. Cada uno de ellos son eternos, distintos entre sí desde toda la eternidad y constitutivos de todos los seres según distintas proporciones, es decir, son increados e indestructibles, homogéneos a sí mismos e invariables.

A partir de la mezcla de estos elementos se originan las cosas singulares, y por su disolución estas dejan de existir. Así pues, las diversas cualidades de ellas se deben a la forma y al modo de combinarse tales elementos.

El movimiento, para Empédocles, se origina por medio de dos fuerzas. Una de ellas tiende a la mezcla de los elementos (metafóricamente lo llama la fuerza del amor) y la otra tiende a su sepración (fuerza del odio).

El movimiento del cosmos (physis) evoluciona eternamente siguiendo un ciclo cósmico. que se desarrolla en cuatro etapas:

  • 1.- Dominio de la fuerza de unión. Los cuatro elementos se encuentran perfectamente mezclados formando un todo homogéneo.
  • 2.- Fase transitoria. Entra en juego la fuerza de separación y comienza la diferenciación entre los elementos.
  • 3.- Dominio de la fuerza de separación. Los cuatro elementos se hallan perfectamente separados.
  • 4.- Fase transitoria. Entra en juego la fuerza de unión y vuelve a producirse la paulatina unión de los cuatro elementos.

Aristóteles sugiere que en esta dualidad de amor y odio está implícito el pensamiento ético de que estas fuerzas son las causas reales de lo bueno y de lo malo, por lo que el pensamiento de Empédocles significaría un primer intento de incluir apreciaciones valorativas en la teoría de la naturaleza.

Los cuatro elementos componen las cosas singulares

Escuela de Elea

Los eleáticos trataron de investigar y resolver el por qué de la existencia de las cosas. Se proponían investigar la existencia misma de la multiplicidad real de los seres, y la razón suficiente del hacerse (fieri) de las cosas, dado caso que exista. Jenófanes, Parménides y Zenón serán los filósofos de los que se tratarán a continuación brevemente.

Jenófanes de Colofón (570-480 a.C) fundador de la escuela eleática, pudo ser maestro de Parménides. Ofrece un explícito monismo filosófico y religioso, a partir del que polemiza con las creencias populares politeístas y su antropomorfismo. Critica con dureza a los poetas y artistas que imaginan a los dioses provistos de todas las debilidades y los vicios de la naturaleza humana. Considera que Dios no es corporales ni espiritualmente comparable con el ser humanos. Dios se identifica con el universo y tiene todos los predicados del arjé de los milesios: eternidad, estabilidad, invariabilidad,…

Parménides (515-450a.C) intervino en la redacción de las leyes de su ciudad y formula la primera teoría metafísica del ser y de la verdad que conocemos. Su pensamiento es crítico con sus predecesores, especialmente con Heráclito, que al situar en el centro de su pensamiento el concepto del ser inmutable y eterno, siempre idéntico a sí mismo, rechaza la idea del cambio y la pluralidad, considerando que todos los pensadores que la apoyan están equivocados, pues todo movimiento es un paso del no-ser al ser, y eso no es posible porque todo está conectado con todo, todo es, y no es posible que no sea.

Las tesis parmenídeas tienen un punto de partida claro en la proposición siguiente:

-El Ser es y el no-ser no es.

Podemos definir Ser como aquello que es más general que ninguna sustancia determinada. Es lo más común, válido para todos los entes y posee, por tanto, la extensión máxima. A partir de esta premisa clara y concisa el autor, alcanza una curiosa pero coherente colección de conclusiones:

  • El Ser es uno, continuo, sin fisuras.
  • El Ser es idéntico a sí mismo en todas sus partes. Por lo tanto es esférico.
  • El Ser es increado e imperecedero.
  • El Ser es inmóvil e inmutable.

Todas estas conclusiones son necesarias, ya que la negación de cualquiera de ellas implicaría la aceptación de que el no-ser es o ha sido, lo que contradiría la premisa de la que partimos.

Por tanto, la pluralidad no es más que imaginación y engaño, ya que lo único real es el Ser, que no es más que uno, y el movimiento es pura apariencia, ya que el Ser es necesariamente inmutable. La diversidad y el cambio de las cosas no existen realmente; son una ilusión de los sentidos. Los sentidos son la vía de la opinión común de los mortales, que se quedan en la simple apariencia de las cosas. Por el contrario, la vía de la verdad, es la vía de la razón, es que el ser es.

Zenón de Elea (490-430 a.C) discípulo de Parménides. Su pensamiento gira en torno al movimiento y el cambio. Así pues, se basa en paradojas para construir una lógica singular acerca del movimiento. La más famosa de las paradojas es al de Aquiles y la tortuga: al ser el espacio infinitamente divisible, tanto Aquiles como la tortuga tienen que recorrer un espacio interminable, cada vez más cerca del límite, pero sin llegar nunca a alcanzarlo. Zenón concluye, por tanto, que el movimiento y el reposo son la misma cosa, pues una flecha en movimiento está siempre allí donde está, semejante a sí misma, o sea, en reposo. Así que, en la medida en que el movimiento es cambio, el movimiento es imporisble, porque el cambio no existe, ya que equivale al no-ser.
De esta manera, Zenón, siguiendo el la idea de Parménides sobre el carácter ilusorio de lo que muestran los sentidos, afirma que solo el ser es.

Aquiles y la tortuga
  <<En una carrera, el corredor más rápido nunca puede superar al más lento, ya que el perseguidor debe primero llegar al punto donde comenzó el perseguido, de modo que el más lento siempre debe tener una ventaja.>>
según lo contado por Aristóteles, Física VI:9, 239b15  

La filosofía de Parménides, desde su sencillez y contundencia abre la primera gran crisis de la filosofía griega. Efectivamente, la verdad entendida como unidad profunda de la multiplicidad de la physis queda en entredicho desde el momento en que se afirma la  radical oposición entre el ser y la nada. Lo múltiple se manifiesta con persistencia a nuestros sentidos, por lo que aparece una contradicción insuperable entre el conocimiento racional (que nos demuestra la unidad del ser y su inmutabilidad) y el conocimiento sensible (que nos presenta la multiplicidad y el movimiento).

Es preciso buscar la conciliación entre razón y experiencia si queremos recuperar ese viejo concepto de verdad. Aquí tenemos pocos caminos por delante que son:

  1. El conocimiento sensible es engañoso, puramente aparente. Esta conclusión es la de Parménides y sus sucesores eleáticos, por ejemplo ZENÓN.
  2. Si no es posible conciliar sensibilidad y razón desde el presupuesto de un Ser único, debemos rectificar este presupuesto. La realidad en su conjunto debe proceder de  un ser plural (o dicho de otra forma, de varios arjés) ya que la multiplicidad no puede proceder de la unidad, como demuestra Parménides. Esta conclusión es la propia de las escuelas pluralistas, que veremos a continuación.
  3. La verdad no existe, ya que los instrumentos de que disponemos para llegar a ella son inapropiados. O bien nos engaña la razón, o bien no nos sirven ni razón ni experiencia. Estas conclusiones son propias de los sofistas.

Las soluciones aportadas por filósofos pluralistas (como Empédocles, Anaxágoras, la escuela atomista…), adoptaran como punto de partida las dos premisas previamente señaladas:

1.-El ser no puede proceder del no-ser.

2.- La multiplicidad no puede proceder de la unidad.

Fuentes:
Historia de la Filosofía, Copleston
https://filosofia.laguia2000.com
https://www.e-torredebabel.com

Escuela de Mileto

TALES, el autor que suele ser considerado tradicionalmente como el primer filósofo, según las inciertas noticias que de él tenemos vivió en la ciudad de MILETO. No tenemos referencias biográficas claras, salvo que estaba en plena actividad cuando predijo el eclipse de sol que se produjo el año 585 a.C., por lo que entorno a esa fecha se supone que estaba en su madurez como investigador de la naturaleza.  Se le atribuye el haber predicho el primer eclipse de sol en el año 585 a.C, o el haber descubierto las propiedades del imán, o el teorema que lleva su nombre.

Según Tales el arché o raíz de todas las cosas sería el agua. El agua, uno de los cuatro elementos primordiales, compone en mayor o menor medida todos los seres, es principio de vida y de fecundidad. Por otro lado, Tales piensa que la tierra flota sobre el agua (aunque no se pregunta por el sustento de esa base acuática) y piensa que el cambio aparente de las cosas de la naturaleza se produce por un proceso de rarificación y condensación del elemento primordial. El agua rarificada daría lugar al aire. Aún más rarificada al fuego y condensada a la tierra. Aristóteles en su Metafísica afirma que Tales habría llegado a esta conclusión al observar que todas las cosas tienen un origen húmedo y que todo lo vivo necesita de lo húmedo para crecer. Asimismo, la observación de la evaporación del agua habría invitado a pensar en la capacidad de este elemento para transformarse en otro.

Podemos ver que Tales apuesta por un único arché, principio o esencia del cosmos, que es un principio material. Podemos ver también que en su explicación sigue un modelo genealógico, que tiene su antecedente más directo en los poetas míticos (Hesíodo), avalando así, al menos en parte, la hipótesis de Cornford sobre el origen de la filosofía.

ANAXIMANDRO También en MILETO y al parecer como discípulo de Tales desarrolló su propia teoría. Debía tener unos 40 años en torno al 547 a.C. Participó de forma activa en los asuntos de la ciudad, realizó un mapa terrestre, utilizó un gnomon para determinar la distancia a las estrellas y su tamaño, y predecir los solsticios.

Este autor mantiene que el arché debe ser material, como decía su maestro, pero también ha de ser infinito en cantidad, ya que origina el cosmos en su totalidad y genera cambios de modo incesante, e indeterminado en su cualidad, ya que debe poder originar seres cualitativamente muy diversos. Por ello rechaza la hipótesis de su maestro según la cual el arché es el agua.

Para Anaximandro ninguno de los cuatro elementos por sí sólo tiene las cualidades antes reseñadas, por lo que postula la existencia de una materia primigenia, el ápeiron lo “indeterminado”, que daría origen a los cuatro elementos que de él forman parte. El ápeiron al ser un elemento carente de cualidades permitiría explicar la aparición de nuevos elementos con cualidades opuestas a partir de un origen común, como por ejemplo el agua y el fuego.

 El movimiento se origina y desarrolla por el proceso de separación de opuestos que se da a partir de la materia original, por lo que se trata de un movimiento circular e incesante. El orden en el cosmos ya no la impone la voluntad arbitraria de un dios, sino que el orden se fundamenta en el equilibrio y la armonía de los elementos.

ANAXÍMENES es el último representante de esta escuela. Hacia el 527 a.C. alcanzó su madurez, es decir, aproximadamente los 40 años, por lo que probablemente vivió lo suficiente como para presenciar la destrucción de Mileto por los persas el año 494 a.C.

Según Anaxímenes el arché, esencia o principio de todo lo real, debía ser el aire. Tiene ventajas sobre el agua, ya que es tan necesario para la vida como ella, pero no necesita sostenerse sobre nada.

Por otro lado, es tan indeterminado como el apèiron, pero es perceptible, por lo que resulta innecesario recurrir a una materia que no conocemos ni percibimos y que sólo podemos admitir por fe.

Su explicación del cambio es, como en el caso de Tales, a partir de un proceso de rarificación y condensación, que sería la causa última de todo cambio y todo movimiento. A través de la condensación se formaría el viento, las nubes, la tierra y las piedras; la rarificación transformaría el aire en fuego.

 Recordemos que para los griegos la Naturaleza se compone de cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, siendo todo resultado de las mezclas entre ellos según distintas proporciones.

LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA: ESENCIA, ORDEN Y ARMONÍA

La filosofía puede ser considerada en su origen como una crítica de la “sabiduría popular” y como una nueva visión de la realidad que tiende a suprimir los supuestos irracionales del mito.

Toda la filosofía presocrática surge de la convicción profunda de la unidad del cosmos, pese a su aparente multiplicidad.

Nuestra experiencia del mundo es la permanente percepción de lo múltiple (multiplicidad de objetos, multiplicidad en el tiempo de cada objeto sometido a los procesos de cambio); sin embargo, lo cierto es que podemos percibir también la constancia. En la naturaleza hay características que se repiten con una absoluta regularidad. El agua hierve siempre a los 100 grados centígrados, por ejemplo. Las estaciones del año se suceden con pasmosa regularidad y siempre al día le sigue la noche y a ésta un nuevo día.

Pero si observamos bien, nosotros cambiamos con los años pero seguimos considerando que somos los mismos; el agua puede solidificarse en forma de hielo pero seguimos diciendo que es agua. Es decir, hay una constancia profunda de los objetos naturales, constancia que va más allá de los cambios aparentes que percibimos.

Esto lleva a los filósofos a tratar de conciliar en un único sistema la antítesis que a primera vista se da entre nuestra Razón (que nos proporciona conocimiento racional, hablándonos de la permanencia y la constancia en la naturaleza) y nuestra experiencia (que nos provee de conocimiento sensible, haciéndonos ver el cambio y la multiplicidad de la naturaleza). En esto consistiría alcanzar la verdad, es decir, acceder al conocimiento de aquello que resulta ser necesario, que no puede ser negado.

La investigación sobre la unidad profunda del cosmos lleva a afirmar la existencia de una raíz común a todo. Los griegos le dan el nombre de arché, al que podemos definir, entre otras cosas, como la causa última de la unidad real de lo que se muestra a nuestros sentidos como múltiple. A partir de él se generan los seres del universo, constituye lo permanente, el sustrato último de la naturaleza y es causa, y por tanto explicación, de las transformaciones del universo: es causa del movimiento y del cambio.

Todas las escuelas presocráticas parten de esta premisa fundamental que es la necesidad de conciliar razón y experiencia para alcanzar la verdad. También parten de una concepción común de la naturaleza (physis), que tendría como características principales las siguientes:

1.- Es un todo ordenado, es decir, un cosmos, y no un desorden o caos.

2.- Es la naturaleza de cada ser la que determina su lugar en el cosmos, del que forma parte.

3.- La naturaleza es un cosmos dinámico.

4.- El movimiento es intrínseco, propio de la naturaleza misma. No le viene de fuera, sino que tiene en ella su origen y fundamento. Se concibe el cosmos como un organismo vivo, más que como una máquina, cuyo movimiento es iniciado desde el exterior.

El término “naturaleza” (physis) tiene una segunda acepción, ya que se utiliza también para denominar aquello que cada cosa es, por lo que se identifica con el concepto de “esencia”. Es decir, preguntar por la naturaleza de una cosa es preguntar por su esencia, o lo que es lo mismo, preguntar por lo que esa cosa es, para a partir de ello conocer y explicar sus movimientos y procesos. Para los griegos la Naturaleza se compone de cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego, siendo todo resultado de las mezclas entre ellos según distintas proporciones.

El arché es la naturaleza o esencia de las cosas, porque a partir de él se generan los seres del universo, constituye el sustrato último de todo, es decir, aquello que es permanente en las cosas y en el cosmos, y además es capaz de dar cuenta de las transformaciones que en las cosas se dan, puesto que es causa de esas transformaciones.

Los primitivos pensadores griegos se preguntan, por el arché como manera correcta de acceder a la verdad, de conocer lo permanente en el mundo, que al mismo tiempo es la explicación del cambio. Es una pregunta radical, ya que pretende llegar a la raíz de la naturaleza y de todas las cosas. Por esto, también podemos decir que se trata de una pregunta universal.

Mapa presocráticos y sofistas.
Fuente: https://auladefilosofia.net/2010/10/08/indice-de-presocraticos/

LA PAZ PERPETUA – Kant

¿Pueden los seres humanos vivir en un mundo en paz?

Para dar respuesta a esta cuestión, Kant se sirvió del oximorón <<la insociable sociabilidad>> en su obra La paz perpetua, obra que va ser comentada a continuación:

La obra kantiana «Sobre la paz perpetua» escrita en 1795, se trata de un tratado político, cuyo objetivo no es otro que encontrar una estructura mundial y una perspectiva de gobierno para cada uno de los estados particulares que favorezca la paz.

Su obra se caracteriza por tener un formato un tanto peculiar, pues en cuanto a su estructura imita a los contratos de paz del momento. Así pues, si todo proceso de paz postbélico estaba compuesto de un primer paso que consistía en un «amnisticio» que le sigue la firma del tratado de paz, Kant, por su parte, distingue en su obra una cláusula introductoria, 6 artículos preliminares, 3 artículos definitivos, 2 suplementos y 2 apéndices. Dentro de los artículos preliminares, Kant los divide en dos bloques:

  • Leges estrictae: aquellas leyes que es indispensable sean asumidas por los Estados para comenzar la construcción de la paz.
  • Leges latae: aspectos que no se pueden cambiar ipso facto y necesitan de un cambio gradual

1.CLÁUSULA INTRODUCTORIA
Se trata de una cláusula justificadora para que el propio autor no sufra ningún tipo de condena por la publicación de la obra. Aspecto importante si se tiene en cuenta el contexto en el que fue escrita: un estado absolutista poseedor de un gran ejército que invierte un alto porcentaje de sus riquezas en la maquinaria bélica.

2. SECCIÓN PRIMERA. ARTÍCULOS PRELIMINARES

LEGES ESTRICTAE
art.1: Plantea que una paz o es perpetua o no es paz. la voluntad de instaurarla ha de ser incondicionada. Se ha de abandonar las reservatio mentalis, pues no se puede firmar un contrato de paz donde es distinto lo dicho con respecto lo firmado.
art. 6: Muestra que la voluntad de lograr la paz se ha de percibir ya en el modo de hacer la guerra, esto es, quien no cumple las condiciones mínimas de la guerra, hace que esta se vuelva ilimitada cuantitativa (ilimitada en el tiempo) y cualitativamente (ilimitada en el espacio).
art. 5: Niega el intervencionismo de una nación para defender otra nación, pues cada Estado es un sujeto jurídico que posee libertad por sí mismo, aunque existe una excepción, la anarquía. Esta excepción a la que se refiere es al hecho de que un estado se encuentre en una guerra civil, y el hecho de ayudar a uno de los bandos provoca que se pueda superar una situación de anarquía. Este hecho no sería considerado de intervención.
LEGES LATAE
art. 2: Crítica que un Estado sea adquirido por herencia, permuta, compra o donación, considerando que un Estado es un sujeto jurídico, no un objeto. De esta manera, reconoce que cada Estado es como un dueño de su propio destino. Condena por lo tanto el absolutismo y critica la práctica habitual de la cesión o alquiler de soldados.
art. 3: Apoya la existencia de milicias, y elimina la necesidad de un ejercito permanente, pues este último es considerado como un obstáculo para la paz perpetua. Las milicias serán formadas por ciudadanos, capacitados para la lucha, preparados ocasionalmente para el manejo de las armas y tácticas bélicas.
art. 4: No existencia de un fondo público con fines bélicos.

3. SECCIÓN SEGUNDA. LOS ARTÍCULOS DEFINITIVOS.

Art. 1: «La construcción civil de todo estado debe ser republicana»
Una constitución republicana, para Kant, implica libertad, dependencia e igualdad. Libertad de los miembros de una sociedad, en cuanto hombres, es indiscutible. Al mismo tiempo que se ha de producir una dependencia de todos respecto de una única legislación común, en cuanto súbditos. Y, finalmente, en conformidad con la ley de la igualdad de todos los súbditos, en cuanto ciudadanos.

Art. 2: «El derecho de gentes debe fundarse en una federación de estados libres»
Defiende una federación de Estados, en contra de un Macroestado. En primer lugar se formaría una Federación de Estados, sin que cada uno de ellos renuncie su propia soberanía, por lo tanto no habría cabida para un poder coercitivo internacional. Y, en segundo lugar, se formaría una República Universal.

Art. 3: «El derecho cosmopolita debe limitarse a las condiciones de la hospitalidad universal»
Todo ser humano es un sujeto de derecho tanto dentro como fuera del Estado al que pertenece. Kant considera que todos somos algo así como vecinos, por lo que todos debemos acabar adoptando una constitución jurídica común. Ningún hombre tiene derecho a ser maltratado allá por donde vaya. Así mismo, considera que todo ser humano tiene inculcado un deseo de provecho y esto se encuentra relacionado con las relaciones comerciales entre nuestros semejantes, por eso mismo, el comercio debe ser la garantía de la pacificación.

4. SUPLEMENTOS

Supl. 1: «De la garantía de la paz perpetua»
Kant plantea que la naturaleza busca el pleno desarrollo de las facultades del hombre, la naturaleza hace que el hombre viva en todas las partes, en cambio, la guerra hace que los hombres se dispersen. La naturaleza misma es también la causante de la diversidad de culturas y de pueblos, mientras que la regla, suprime culturas.
El proceso de una paz perpetua y una confomación de una Federación de Naciones está movido por la necesidad recíproca derivado del comercio; pues, con el comercio se fortalece las relaciones internacionales.

Supl. 2: «artículo secreto para la paz perpetua»
Con este articulo secreto, Kant reduplica la ironía, usada a lo largo de la obra, al indicar que el poder establecido precisa de la opinión libre de sus súbditos, especialmente de los filósofos. Puesto que estos son los representantes de la razón humana. En consonancia con el pensar está el derecho a la publicidad, el derecho de expresión, el cual es necesario para todos los ciudadanos. Considera que ha de haber un ámbito de diálogo, de opinión, de crítica. De esta manera, la filosofía aparece como la portadora de la luz en esa paz perpetua.

<<Puesto que la razón condena la guerra y hace de la paz un deber absoluto, y puesto que la paz no puede ser lograda ni garantizada sin una unión compacta de naciones, éstas deben formar una alianza de índole peculiar, que podría llamarse una alianza pacífica diferente de un tratado de paz, puesto que pondría fin para siempre a todas las guerras, en tanto que el tratado de paz solo pone fin a una>>

 
Fuentes:
"Sobre la paz perpetua" Ed. Akal
"La idea kantiana de paz perpetua. Desde la distancia histórica de doscientos años" J. Habermas
"kant y su proyecto de una paz perpetua" Revista digital universitaria
"Paz perpetua" Webdianoia
 

El problema del Conocimiento y el Método. Descartes.

En el siglo XVII el principal problema fue el conocimiento. Se tendrán diversas cuestiones a las cuales darles una respuesta.

En esta época dos escuelas permanecerán enfrentadas, el racionalismo y el empirismo. El racionalismo defiende que con la razón alcanzamos la verdad, y que por medio de las matemáticas, se llega al conocimiento, estableciendo como ideal de conocimiento el sistema deductivo, lo que quiere decir que a partir de unos principios se puede llegar a deducir el resto de verdades. Por otra parte el empirismo, defiende que el conocimiento procede de los sentidos, rechazando la existencia de las ideas innatas y utilizando el método inductivo a partir de las experiencias  extrae conclusiones, tomando como modelo experimental la física.

Descartes, en el terreno del conocimiento, se enfrenta al escepticismo. Trata de construir un sistema de conocimientos empezando por la renovación de la filosofía, ya que según él ésta es la base de las ciencias y si ésta es dudosa las ciencias también lo serán. Por lo tanto, no estando contento con los conocimientos recibidos en el colegio de La Fleché, puesto que estos podrían ser dudosos, decide dedicarse a viajar.

Para Descartes la primera condición es encontrar un método que no sea erróneo. El punto de partida es la razón o buen sentido que todos los hombres tienen igual, pero cada uno toma caminos diferentes sin considerar las mismas cosas. Aunque no es suficiente tener buen sentido, sino aplicarlo bien, necesitando otros modos de conocer la razón y la necesidad de un método.

Dos son los modos de conocer la razón: la intuición, una especie de “luz natural” por la cual sin duda ni error se captan las ideas verdaderas, y la deducción, que es la sucesión ordenada de evidencias alcanzando las ideas claras.

Descartes cree que los geómetras poseen propiedades para avanzar en el conocimiento de la filosofía, destacando tres puntos: el primero es el método de geometría que desarrolla una cadena de ideas claras que serán descubiertas por la intuición y trabadas en largas cadenas deductivas. El segundo consiste en no aceptar como verdadero nada de lo que no se tenga absoluta certeza, y el tercero es respetar el orden de la deducción.

Así, Descartes presenta su método, el cual es resultado de la aplicación del método matemático a la filosofía.

Descartes formula cuatro preceptos que se aplicaran a la filosofía. El primero es la evidencia, hay que evitar la precipitación y la prevención, no aceptando como evidente lo confuso ni aceptar como verdadero lo que es claro. Así pues, formula el criterio de verdad entre claridad (conocimiento limpio de la mente) y distinción (que no tiene nada en común con las demás cosas). El segundo es el análisis minucioso de los problemas hasta reducirlos a ideas claras. El tercero la síntesis, sucesión de ideas claras y distintas para llegar al conocimiento, deducción; por último, la enumeración, tanto del análisis como de la síntesis. La pretensión final de estas enumeraciones es extender la evidencia de la intuición a la deducción.

Para llegar a la primera parte del método (evidencia) es necesario descartar todo aquello que no se muestre de forma clara y distinta, y por ello sea motivo alguno de duda, comenzando así la duda metódica, puesto que para conseguir algo verdadero debemos comenzar dudando y necesitamos basarnos en una verdad para construir el edificio del conocimiento.

En primer lugar, Descartes dice que tenemos motivos sobrados para dudar de los datos de nuestros sentidos, puesto que estos nos engañan en ocasiones. En segundo lugar, duda de los sueños, puesto que durante el sueño vivimos en una realidad falsa que sin embargo creemos que es verdadera mientras dura; por último, descarta las verdades racionales las cuales son consideradas indudables, como las matemáticas, pero puede caber la posibilidad de que exista una “genio maligno” que haga que nos equivoquemos continuamente con nuestro propio entendimiento, por lo que se presenta como duda.

Finalmente, con todo ello, Descartes, ante este radical proceso de duda, le lleva a un callejón sin salida, situándonos en el punto del escepticismo, donde la verdad no existe y si existe el hombre es incapaz de conocerla, los sentidos nos engañan y son subjetivos. Con la afirmación del escepticismo, afirma la imposibilidad de alcanzar el conocimiento verdadero, porque la razón es tan débil que se encuentra imposibilitada.

A partir de aquí Descartes, buscará una solución para salir de ese estancamiento, de ese callejón sin salida del escepticismo, presentándose la formula “cogito ergo sum” (pienso luego existo) puesto que puedo dudar de todo, menos de mi existencia.

Una vez establecido este principio indudable, la cuestión es cómo recuperar la confianza en las certezas sobre el propio cuerpo y sobre el mundo externo a partir de él. Para ello, se debe explicar la teoría de las sustancias y los tipos de ideas en la filosofía cartesiana.

Discusión hermenétuica bajo el árbol de la sabiduría, portada del Tratado del Azoth de Basilio Valentín. La metafísica es la raíz del árbol de la filosofía; la física, el tronco, y las otras ciencias, sus ramas.

El superhombre nietzscheano.

El superhombre es la encarnación de todos los valores nietzscheanos: sería aquella persona que vive según su voluntad de poder, asumiendo también el eterno retorno y la transmutación de los valores. Es el “nuevo hombre” que debe sustituir al “último hombre”, y que es anunciado por Zaratustra. El superhombre es producto del eterno retorno, y recupera la inocencia del hombre primitivo que puede encontrarse en los presocráticos. No vive apesadumbrado por tantos y tantos siglos de filosofía, reflexión, religión, ciencia… Juega con la vida, tal y como presenta Nietzsche al superhombre en sus famosas tres transformaciones:

  1. El camello: es aquella persona humilde y sumisa, que vive pendiente de obedecer. El camello sufre una pesada carga: la moral y la religión le convierten en un esclavo que vive pendiente de las normas (¡Tú debes!).
  2. El león: podría representarse por el espíritu ilustrado. El ser humano se revela (¡Yo quiero!) y se emancipa de la religión. Trata de romper con los valores tradicionales de la religión, pero vive anclado a la moral, una moral que va en contra de la vida, y elimina su libertad.
  3. El niño: ejemplo perfecto del superhombre, el niño imagina, crea, inventa, juega con la vida. Es el verdadero creador de valores. El niño se libra de la “seriedad” y del “rigor” racionalista del león, y convierte la inconsciencia y la inocencia en su mejor virtud: “Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir .” El niño crea valores, vive fiel a la tierra, y asume el eterno retorno como una más de las reglas de la vida. El niño ama la vida, la vive sin pensar sobre ella.

El superhombre aglutina todos los conceptos anteriormente explicados. Es el mensaje nietzscheano condensado en una sola figura, en un solo modelo de hombre. Nietzsche se refiere una y otra vez a uno de los fragmentos de Heráclito: “El tiempo es un niño que mueve las piezas del juego: ¡gobierno de un niño!”. El superhombre es la aparición natural que sigue a la muerte de Dios. Aunque esta expresión tiene precedentes, en Nietzsche adquiere un nuevo significado: es la desaparición absoluta de Dios, que es la negación de la vida. El que sirve a Dios o vive pensando en él, niega la vida, deja de vivirla. Por eso el superhombre es aquel capaz de superar la destrucción de Dios, el hundimiento del cristianismo, que será uno de los temas característicos de la crítica nietzscheana a la civilización occidental.

Esta caracterización nietzscheana es fácilmente interpretable desde un punto de vista racista. De hecho, a la muerte del autor alemán sus obras fueron manipuladas para convertirse en el soporte ideológico del nazismo. Sin embargo, este tipo de interpretación está muy lejos de lo que se puede leer en las obras de Nietzsche: cualquier ser humano no es un superhombre por el mero hecho de pertenecer a un grupo, sino precisamente porque es capaz de diferenciarse del mismo, de mantener una libertad absoluta y de crearse a sí mismo. No hay razas superiores a otras, sino hombres superiores a otros: aquellos que asumen la finitud de la vida, y desde ahí son capaces de proyectarse en el presente, expandiendo sus deseos y capacidades.

Tipos de conocimiento -Platón

El símil de la línea se trata de una analogía presentada por Platón al final del libro VI de la República, donde expone brevemente la teoría ontológica y epistemológica de madurez.

Conocimiento Opinión
Se obtiene mediante el intelecto Se adquiere a través de los sentidos
Es verdadero absolutamente Es verdadera o falsa, depende de su fundamento
Es objetivo, claro y universal Es subjetiva, confusa y relativa
Se refiere a las realidades inteligibles e inmutables Se refiere a la realidad sensible, que está en constante cambio

Platón, partiendo de la idea de Ser y apariencia de Parménides, reivindica la clara distinción entre conocimiento y opinión. Platón, considera que esta distinción no se encuentra separada tajantemente, sino que la opinión puede ir acompañada de conocimiento, solo si tenemos la ciencia sobre las formas y lo aplicamos para mejorar nuestro saber sobre la realidad sensible. Es lo que Platón llamaría u <opinión acompañada de conocimiento>.

De esta manera, Platón, partiendo de la base que tenemos dos tipos de conocimiento contrapuestos -sabiduría e ignorancia (falta de conocimiento o falsa creencia)-, establece que en medio hay uno que se llama, Doxa o Opinión sobre el conocimiento del mundo sensible.

El conocimiento tiene diferentes grados.

  1. Episteme: El mundo inteligible se encuentra formado por objetos matemáticos y por las formas o ideas a nivel espistemológico, de esta manera hay dos tipos de saber:
    • Nous o Dialéctica o ciencia de las ideas, se trata del saber propio de las formas o ideas. Excluye cualquier concesión a lo sensible y solo opera con ideas o conceptos.
    • Dianoia o Pensamiento discursivo, ocupa los objetos matemáticos, se sirve de imágenes y de representaciones sensibles para razonar. Las matemáticas son un conocimiento preparatorio para lograr alcanzar la dialéctica, por lo que sería inferior a la dialéctica.
  2. Doxa u opinión: Se trata del mundo sensible.
    • Pistis o Creencia, se encuentra cercano a la episteme, pues corresponde a la filosofía de la naturaleza.
    • Eikasia o Conjetura, se trata del nivel más bajo de la opinión, cercano a la ignorancia, corresponde a las artes. Esto es así, porque Platón considera que las Artes hace imitaciones de una imitación de la realidad inteligible, es decir, hace una copia o imitación de la naturaleza sensible, la cual es copia o imitación de la realidad inteligible.

En el libro VII de la República, Platón se refiere al problema del conocimiento en su famosa narración del mito de la caverna (leer)

Símil de la línea Platón