¿Qué es lo que diferencia lo aparente de lo verdadero? ¿Es posible la verdad con certeza? ¿hay alguna manera de alcanzar las verdades indudables?
El problema de distinguir entre la verdad de la apariencia ha sido uno de los temas centrales de la filosofía desde sus orígenes en la antigua Grecia. De hecho, Platón fue uno de los primeros pensadores en diferenciar la opinión del saber verdadero. La opinión o doxa, se capta mediante los sentidos, pero es engañosa y poco fiable porque se refiere a cosas cambiantes y fugaces. En contra, la episteme o la ciencia, solo puede alcanzarse mediante el uso de la razón. La filosofía platónica establece una neta separación entre ambas formas de conocimiento, afirmando que la verdad únicamente se puede captar mediante la razón.
El papel de la razón es crucial en la búsqueda de la verdad, así mismo también lo es para Descartes. Según Descartes, existen ciertas ideas innatas que son absolutamente indudables y que pueden captarse mediante la intuición racional. Una de estas verdades es el cogito, la afirmación absoluta indudable «cogito ergo sum». Esta es una verdad clara, distinta y evidente que no puede ponerse en duda de ninguna manera. Descartes creía que era posible construir un sistema completo de conocimientos seguros si se partía de verdades tan firmes como esta y se utilizaba un método de razonamientos adecuado. Las matemáticas son un ejemplo de este tipo de verdades firmes y seguras, obtenidas mediante la deducción a partir de algunos principios axiomáticos.
Frente a estos filósofos racionalistas, hay otros tantos que niegan la posibilidad de conocer la verdad. Se trata de los escépticos, quienes insisten en recordarnos que todas las afirmaciones son inciertas y dudosas. De acuerdo con los escépticos, no hay argumentos que nos permitan defender con absoluta certeza ninguna posición. Basta con comprobar la amplia variedad de opiniones contradictorias que existen sobre cualquier tema. ¿Por qué deberíamos apoyar una afirmación y no su contraria? Ante esta situación, la actitud mas sabia para los escépticos consiste en no pronunciarse con rotundidad sobre ninguna cuestión. Si queremos mantener el sosiego, lo sensato es adoptar una actitud moderada y tolerante, ya que no tenemos motivos para definirnos por ninguna posición en concreto.
La ciencia moderna, surgida a partir del siglo XVII, ofrece una forma de superar las dudas del escepticismo. El método experimental ha permitido encontrar verdades acerca de la naturaleza que son generalmente aceptadas. ¿Podemos afirmar que las verdades científicas son seguras e indudables?
De acuerdo con el falsacionismo de Popper, la ciencia no puede verificar con absoluta certeza si sus afirmaciones son verdaderas. Cuando realizamos un experimento y este resulta contrario a las predicciones se nuestra teoría, decimos que esta ha sido falsada. En ese caso es necesario rechazar esa teoría< y elaborar una nueva. Cuando el experimento sale según lo esperado, podemos aceptar la validez de la teoría de manera provisional. Las teorías científicas nunca pueden considerarse completamente ciertas. Las mejores teorías son solo transitoriamente aceptables, válidas únicamente mientras no haya ningún experimento que las false.
Lo que nos muestra el falsacionismo es que ni siquiera la ciencia actual es capaz de aportarnos verdades absolutas. Según este punto de vista, la verdad es algo provisional y sujeto a revisión. Tal vez la pretensión que tenía Descartes de encontrar certezas indudables resulte exagerada. Quizá una dosis moderada de escepticismo pueda ser útil para recordarnos que aquello en lo que creemos es solo una opinión que, de momento, nos parece válida.