Eugène Ionesco (1909-1994) uno de los principales dramaturgos del teatro del absurdo y escritor rumano en lengua francesa. Dijo en una conferencia en 1961:
«Mirad las personas que corren afanosas por las calles. No miran ni a la derecha ni a izquierda, con gesto preocupado, los ojos fijos en el suelo como los perros. Se lanzan hacia adelante, sin mirar ante sí, pues recorren maquinalmente el trayecto, conocido de antemano. En todas las grandes ciudades del mundo es lo mismo. El hombre moderno, universal, es el hombre apurado, no tiene tiempo, es prisionero de la necesidad, no comprende que algo pueda no ser útil; no comprende tampoco que, en el fondo, lo útil puede ser un peso inútil, agobiante. Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se comprende el arte es un país de esclavos o robots, un país de gente desdichada, de gente que no ríe ni sonríe, un país sin espíritu; donde no hay humorismo, donde no hay risa, hay cólera y odio […].
Por que esta gente atareada, ansiosa, que corre hacia una meta que no es humana o que no es más que un espejismo puede, súbitamente, al sonido de cualquier clarín, al llamado de cualquier loco o demonio, dejarse arrastrar por un fanatismo delirante, una rabia colectiva cualquiera, una histeria popular. Las rinocerontitis más diversas, de derecha y de izquierda, constituyen las amenazas que pesan sobre la humanidad que no tiene tiempo de reflexionar, de recuperar su serenidad o su lucidez […].»
El hombre moderno, hoy más actual que nunca, es el reflejo de un hombre que ha perdido el sentido de la vida, que ya no tiene tiempo para detenerse en las cosas inútiles, este hombre, está condenado, condenado a convertirse en una máquina sin alma.
El hombre moderno, se convierte en un esclavo, se convierte en una presa fácil de un fanatismo delirante o de un depredador público.
El hombre moderno, utiliza un utilitarismo asociado a una errónea idea de progreso. Donde los saberes humanísticos son inútiles. No hay duda de que en la fría conciencia que estamos viviendo, corresponde cada vez más la tarea de alimentar la esperanza, y hacer un cambio. Un cambio transformando la inutilidad en un utilísimo instrumento de oposición a la barbarie del presente.
La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices.
Albert Einstein
Muy buena cita. ¿Sabes dónde puedo encontrar la conferencia entera?
Saludos.
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La he estado buscando, la conferencia entera, y no la encuentro en ningún lado. La cita la leí en un libro. Hace referencia a su obra «El rinoceronte» (1959) donde sintetiza el «boguerrismo» de los ciudadanos occidentales.
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Ah, bueno. Si la encuentro te la envío.
Gracias por responder.
Saludos.
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